Profesor de escultura


El viaje

Desde que tengo memoria, el arte ha sido parte de mi vida. Nacer en Otavalo y crecer en Andrade Marín, dos pueblitos mágicos de Ecuador, rodeado de una riqueza cultural inigualable, me permitió descubrir la escultura como un lenguaje propio, una forma de diálogo con la historia, la materia y el tiempo. Sin embargo, el camino no solo ha estado marcado por la creación artística, sino también por la enseñanza, una vocación que me ha permitido compartir y expandir el conocimiento en la Universidad Central del Ecuador. Hoy, mientras curso un doctorado en fundición de metales en la Universidad Politécnica de Valencia, reflexiono sobre este viaje que me ha llevado a explorar, aprender y transmitir la pasión por la escultura.

Los inicios: Entre la curiosidad y la materia

Mi primer encuentro con la escultura fue casi accidental. Recuerdo el taller de carpintería de mi padre jugando con retazos de madera cuando era niño, observando con fascinación cómo una simple madera podía transformarse en una composición mágica. Con el tiempo, esta curiosidad se convirtió en una búsqueda más profunda. Durante mis años de formación en la Facultad de Artes de la Universidad Central del Ecuador, descubrí la importancia del proceso, la paciencia y la experimentación. Aprendí que la escultura no es solo el producto final, sino el resultado de un diálogo constante con la materia.

En este momento de mi carrera me siento atraído por el fuego, el metal líquido y la transformación que ocurre en el proceso. Desde entonces mis inicios hasta ahora, sé que mi camino en la escultura está marcado por la experimentación con varios materiales.

La enseñanza como una extensión del arte

Convertirme en docente fue una evolución natural de mi proceso artístico. Tras graduarme, tuve la oportunidad de incorporarme a la Universidad Central del Ecuador como profesor de artes plásticas. Al principio, impartir clases fue un desafío: encontrar la manera de transmitir lo que para mí era casi instintivo requería un esfuerzo consciente. Sin embargo, con cada clase, descubrí que la enseñanza no solo consiste en compartir conocimientos, sino en inspirar a otros a encontrar su propia voz en el arte.

He tenido el privilegio de guiar a estudiantes que han encontrado en la escultura un camino de expresión, cada uno con su propio enfoque y visión. La docencia también me ha enseñado a ver el arte desde diferentes perspectivas, desafiando mis propios límites y nutriendo mi creatividad con las preguntas y exploraciones de mis alumnos.

La fundición de metales: Un desafío técnico y conceptual

A medida que profundizaba en mi carrera, la fundición de metales se convirtió en una de mis especialidades. En Ecuador, este campo aún es poco explorado en el ámbito artístico, por lo que decidí buscar una formación más avanzada. Así fue como llegué a la Universidad Politécnica de Valencia, donde actualmente curso un doctorado en fundición de metales.

Aquí, la experiencia ha sido transformadora. He tenido acceso a tecnología de vanguardia, investigaciones innovadoras y un intercambio cultural enriquecedor. Pero más allá del aprendizaje técnico, este proceso me ha permitido reflexionar sobre el papel del arte en la sociedad y la importancia de seguir transmitiendo este conocimiento a futuras generaciones. La fundición no es solo una técnica; es un puente entre lo ancestral y lo contemporáneo, una herramienta que permite dar forma a ideas que trascienden el tiempo.

Construyendo el futuro: Arte, educación e innovación

Mirando hacia adelante, mi objetivo es seguir integrando la creación artística y la docencia, explorando nuevas formas de aprendizaje y experimentación. Creo firmemente que la educación artística debe evolucionar, incorporando tecnologías emergentes sin perder la esencia del trabajo manual. Además, quiero contribuir a la consolidación de la fundición de metales en Ecuador, impulsando espacios de formación y experimentación para artistas y estudiantes.

Este viaje aún no termina. La escultura y la enseñanza son caminos que se entrelazan, donde cada obra creada y cada estudiante inspirado son huellas de un legado que sigue creciendo. Para quienes están iniciando en este mundo, les diría que la clave está en la perseverancia, la curiosidad y la apertura a aprender constantemente. El arte es un proceso infinito de descubrimiento, y en ese camino, tanto el maestro como el estudiante siempre tienen algo nuevo que explorar.

Bibliografía y referencias

    • Candia, J. (2015). Fundición artística en América Latina: Historia y técnica. Editorial Arte y Cultura.

    • Lucena, P. (2018). Procesos escultóricos contemporáneos. Ediciones de Arte.

    • González, R. (2020). La enseñanza del arte en el siglo XXI. Universidad de Barcelona.

    • Material académico de la Universidad Central del Ecuador y la Universidad Politécnica de Valencia.

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